El primero de mayo de 1933, los Excmos. y Rmos. Prelados de la República, Monseñor Luis Durou y Sure, Arzobispo de Guatemala y Monseñor Jorge García y Caballeros, Obispo de los Altos, en una Pastoral colectiva anunciaron a los fieles la gracia concedida por su Santidad de poder Coronar a la Virgen del Rosario de Santo Domingo y los exhortan a que se alegren en el Señor por tan fausta noticia y le den las más rendidas gracias. Hacen también un poco de historia de la Imagen y es el primer documento eclesiástico, que sepamos, habla de la Virgen del Rosario como Patrona de Guatemala.
Los preparativos para la Coronación de la Imagen se organizaron con más de una año de anticipación por un comité específico integrado por miembros relevantes de la sociedad de la época, Asociaciones religiosas del Templo Dominico, presidido por la Cofradía del Rosario, cuya labor esta consagrada a velar por el culto a la Imagen de la Virgen del Rosario y propagar la devoción del rezo del Santo Rosario.
La celebración de la Coronación no fue únicamente una fiesta llena de alegría y emotividad, también se organizó una cruzada general del Rosario en Guatemala, tanto los Frailes Dominicos como los miembros de las agrupaciones religiosas trataron de acercar a la mayor cantidad de fieles y prepararlos espiritualmente para comprender la importancia de la Coronación Pontifical concedida a la Imagen de la Virgen del Rosario.
El principal impulsor de la Coronación fue el padre Raymundo Martín, promovido por su auténtica religiosidad y profunda devoción a la Virgen en su advocación del Rosario.
Gracias a la devoción tributada a la Santísima Virgen a través de varias generaciones, ya se contaba con una magnífica Corona de Oro procedente de Antigua Guatemala por lo que no fue necesario confeccionar una nueva y fue la elegida para llevar a cabo la ceremonia de Coronación la cual con anterioridad fue hermoseada y enriquecida con nuevas joyas, y de acuerdo a inscripción en el interior de la misma, se sabe que fue elaborada en 1768 siendo Mayordomo de la Cofradía D. Francisco de Barrutia, confeccionada con auspicio de dinero recogido de limosna. Esta corona valuada por orden del Gobierno en noviembre de 1831, pesaba “nueve marcos y seis onzas”, que son cuatro libras catorce onzas… de manera, dicen los comisionados, que en realidad su importancia la tiene en la hechura. Cuentan que en el año de 1833 desapareció, que anduvo rodando por las mesas de juego, y que el jugador que la ganó la vendió por poca cosa a un señor Urruela; que este señor la compró con intención de volvérsela a la Virgen al ser restaurado el Convento, y al entregársela a los Padres, éstos en agradecimiento le obsequiaron un potrero que estaba anexo al Convento, que después se llamó el Potrero de Urruela. Al ser disueltas las comunidades religiosas de varones, el 7 de junio de 1872, el P. Fr. José Casamitjana, último Prior de Santo Domingo, se la llevó para Barcelona; en el viaje que hizo a Europa el P. Riveiro en 1890, visitó al P. Casamitjana, y éste le entregó la Corona para que la regresara a Guatemala y así lo hizo, siendo esta Corona con la que fue Coronada la Santísima Virgen del Rosario, asimismo la Chispa fue compuesta por don Benjamín Granados, para que la Virgen saliera con ella en la procesión del día de la Coronación.
Dentro de los elementos de joyería que también fueron obsequiados para que la Virgen del Rosario los estrenara el día de su Coronación y luciera revestida como Madre, Reina y Patrona de la República de Guatemala, se encuentran: el Cetro, el Rosario de Oro de los 15 Misterios que es rematado por el bellísimo crucifijo obsequio de el Papa Pio XI, los Broches de la Capa y el Resplandor del Niño Dios.